CLOE Y LAS CIGÜEÑAS
Cloe era una niña muy buena, responsable, y cariñosa, le encantaba leer libros de animales y dibujarlos así que siempre tenía las paredes de su dormitorio decoradas con bonitos dibujos, ese año era el último que pasaría en la ciudad de Granada pues después del verano su familia y ella se irían a otra ciudad pues por razones de trabajo sus padres tenían que trasladarse.
Llegado el mes de septiembre Cloe y su familia se encontraban acomodando sus enseres en la nueva casa, esta estaba en el centro de la ciudad de León, era una casa antigua pero estaba reformada, tenía unas bonitas vistas a un parque y desde el cuarto de Cloe se veía el campanario de la iglesia.
El nuevo colegio de Cloe estaba cerca de la casa, así que podían ir andando por las mañanas cosa que a ella le gustaba mucho, pues así podía ir por el camino conversando con sus padres y disfrutando del nuevo paisaje.
Era domingo y el sol brillaba con fuerza Cloe estaba en su cuarto mirando por la ventana quizás añorando las anteriores vistas de su Granada natal o simplemente dibujando en su mente su próxima obra de arte, cuando de repente observó que algo ocurría en la iglesia, dos cigüeñas no paraban de revolotear alrededor de la torre del campanario llevando en el pico ramas, parecía que algo estaban construyendo, su madre que en ese momento entró en el cuarto se acerco a ella y le pregunto ¿ Qué haces Cloe?, ¡mira mamá!, dijo Cloe, las cigüeñas están construyendo algo, parece un nido , ¿ es que van a ser papas?, la mamá de Cloe sonrió y le dijo , si Cloe son cigüeñas y están preparando su nido para que, cuando nazcan sus polluelos estén calentitos y cómodos. A Cloe le emocionó la idea de poder ver tan de cerca todo el proceso de construcción del nido y finalmente el nacimiento de los polluelos de cigüeña.
El tiempo fue transcurriendo y Cloe no se perdía un detalle de lo que ocurría en el campanario, fueron pasando las semanas y el nido ya estaba listo, ya sólo quedaba que la cigüeña depositara en el nido los huevos, Cloe mientras tanto había estado leyendo sobre las cigüeñas y había hecho unos bonitos dibujos, ya sabía que las cigüeñas ponían unos cuatro huevos que eran de color blanco y más grandes que los que ella conocía de gallina.
Las semanas fueron pasando, Cloe se había adaptado muy bien a su nueva vida, su barrio, su cole, sus nuevos amigos… quizás había ayudado mucho el que nada más llegar a la ciudad le hubiera ocurrido esta hecho tan importante para ella , había estado muy entretenida con las cigüeñas.
Por fin llegó el gran día, su padre le dejo unos prismáticos para que así pudiera ver bien a los polluelos, era maravilloso allí estaba la familia de cigüeñas todos juntos en su nuevo hogar, Cloe enseguida se vio reflejada en ellas y le recordó a su historia, como sus padres habían amueblado poco a poco la nueva casa, habían acomodado su cuarto para que ella se sintiera bien, como habían hecho las cigüeñas para sus hijitos, ellos también habían venido de lejos como la cigüeñas y ahora les quedaba una vida por delante al igual que a ellas, una vida nueva por construir, por empezar. Pero Cloe sabía que todo saldría bien, pues sabía que sus padres la protegerían, la cuidarían y un día también dejaría el nido como hicieron esa familia de cigüeñas y tendría que construir el suyo propio.
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